al encuentro del nazareno de caguach

Epitafio de un ser extraordinario


Entre los quiscales, barcos de papel, sonido de las olas por el temporal, con puerto cerrado, los fuertes vientos, el canto de pájaros, el sonido de los árboles, sacudiéndose por el viento, la risas de las personas que caminan por los caminos de tierra, vi aparecer este hermoso mundo que hoy dejo en manos suyas, mis sueños se cumplieron, de los juegos de niños, soñé con navegar, capitanear, los mares de este austral continente, por canales y estrechos para llegar a un puerto seguro. Soñé con ofrecer el mejor recorrido de lancha para los isleños, con butacas cómodas, con rapidez y seguridad de navegación, todo eso se me fue dado. Soñé que mis hermanos tendrán todos su lancha propia, que surcarán los mares juntos, que mis primos, mis hijos, mis vecinos tendríamos un buen pasar, todo eso se me fue dado. Gracias, cual mariposa nace de la oruga, hoy tránsito de un estado a otro, que yo mismo no sé, pero con la fe en el nazareno puedo viajar tranquilo y seguro que todo estará bien, para ustedes, para nosotros. No sé si este viaje fue breve o largo, lo viví plenamente, desde la salud hasta la enfermedad, recuerdos imborrables de mi familia, de verlos crecer, madurar,  ser felices con lo que somos. Este viaje lo emprenderé al encuentro con el creador, con mis seres queridos que viajaron antes, con la tranquilidad del deber cumplido, y la tranquilidad y la paz de ustedes, que me dieron todo su amor y haberle entregado todo lo que sentía en cada momento. Ser felices en este tránsito es algo permanente, que la paz nos ilumine y la felicidad nos guíe en ser personas de bien, y entre todos sostengamos este regalo divino, la vida en todo su estado natural, con todo lo aquí contenido, en el recuerdo de cada hoja, cada detalle la huella de un ser amado y que lo amará por siempre, que viaja con la esperanza de llegar al puerto del paraíso celestial.

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